existe un país al otro lado del océano donde los colores invaden las casas, las telas, las gentes y los grandes rascacielos crecen al pie de miles de asentamientos irregulares y hasta en la comida queda plasmada esa fuerza especial que se escapa desde los murales de diego y lo más importante: donde me arropan el corazón.
"Para que yo me llame Ángel González, para que mi ser pese sobre sobre el suelo, fue necesario un ancho espacio y un largo tiempo: hombres de todo mar y toda tierra, fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su vario cielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos…"
gracias, por haberme acompañado en la tristeza, que a veces nadie entiende.