30 septiembre 2006

"vivir es una lucha continua por no perder la ilusión"


así que he decidido abrir una pequeña lista con las cosas en las que HOY tengo puesta mi ilusión. mis aquellas pequeñas cosas:
- después de muchos años vuelvo a tener ilusión en los reyes magos!! en que me traigan un regalo que pedí en febrero. por eso llevo siendo buena todo el año!
- tengo mucha ilusión en que otto me lea sus cuentos
- y que "una sonrisa al viento" esté muchas muchas semanas en cartel cuando se estrene!
- tengo ilusión en el viaje con marta y sus 12 segundos de oscuridad
- en ser la mejor anfitriona de mí el dia 19
- y que caótica ana "se me agarre por dentro y no me suelte"
- en empezar a ir a los sitios en bici. aunque álvaro pase más miedo que yo cuando va detrás para cuidarme que no me atropelle ningún coche y yo no atropelle a ningún peatón :)
- en nuestro bar con granizados rusos y chupitos de gelatina
- y me hace ilusión guardarle a david mi mejor sonrisa cada mañana.


09 septiembre 2006

por fin!!



abro los ojos. todavía es de noche. los dias empiezan a ser más cortos. sentada en la cama, miro a mi alrededor. a veces tengo la impresión que, durante años, el tiempo se ha parado en esta habitación. sí, los cds y libros se han ido acumulando, al igual que las carpetas llenas de apuntes! pero todo lo demás ha seguido igual. las mismas fotos colgadas en el corcho y aquella marioneta de madera en de la pared....

me ducho. ya ha amanecido y un fantástico dia gris acaba de comenzar. por fin ha llegado el otoño. y con él, el nuevo curso. es especial. es el último. este otoño va estar lleno de cambios. y aunque tengo una sensación horrible de vértigo en el estómago, tengo ganas de que todo ocurra. y es que no ha podido empezar mejor! y tengo mis manoplas de tallin esperando a que venga el frío para estrenarlas y tal vez un viaje a... berlín? así que subo la música y empiezo a bailar dando saltos porque me espera un gran otoño! quiero que todo esté lleno a rebosar!

con poco equipaje

"En la isla de Vancouver, cuenta Ruth Benedict, los indios celebraban torneos para medir la grandeza de los príncipes. Los rivales competían destruyendo sus bienes. Arrojaban al fuegos sus canoas, su aceite de pescado y sus huevas de salmón; y desde un alto promontorio echaban a la mar sus mantas y sus vajillas.
Vencía el que se despojaba de todo." (E.Galeano)

estoy aprendiendo a viajar con poco equipaje. para sentirme más libre. para sentirme más feliz.

03 septiembre 2006

dorian


volvían del cine. él tenía una cena. no se quería ir. quería disfrutar unos minutos más a su lado. llegaba el verano y sabía que estarían tiempo sin verse. así que decidió invitarle a una cerveza, aunque llegase tarde a su otro compromiso. ella encantada, aceptó. y se montaron en su coche, rumbo hacia cualquier bar de cualquier parte. con “para ti” de paraíso muy bajito de fondo, comentaban cosas sin importancia...
ella dijo: uf, tengo la costumbre de releer los libros, así que al final no creas que leo tanto…
como yo!- contestó él- el retrato de dorian gray me lo le leído 5 o 6 veces, en inglés, en español…


no podía ser. de lo más profundo de ella salió un suspiro y su rostro se puso espantosamente pálido. sintió como su corazón latía hasta morir en alguna cavidad y como un estremecimiento recorría todo su cuerpo. las palabras qué el acababa de pronunciar habían dado justo en el blanco y realmente se tuvo que contener para que ninguna lágrima recorriera sus mejillas….

habían pasado ya unos años desde que ese libro, como todo, por casualidad, había caído en sus manos.
sus labios seguían entreabiertos y sus ojos extrañamente brillantes, recordando como ese libro le había revelado lo que antes ignoraba. como, ese libro había sido capaz de tocar alguna cuerda secreta que no fue nunca pulsada con anterioridad pero que sentía ahora vibrante y palpitante con extrañas conmociones.
y muy bajito dijo: “nada puede curar mejor el alma que los sentidos, y nada puede curar mejor los sentidos que el alma”....
entonces él fue consciente de la importancia de lo que había dicho, y se maravilló viendo la impresión repentina que sus palabras habían producido
...


A los dos les había envenenado un libro. Como a Dorian. Durante los siguientes diez minutos, ella permaneció casi sin hacer un movimiento, mientras llegaban a su destino. eran conscientes del preciso momento psicológico del silencio. entonces, bajaron del coche, entraron al bar y siguieron sus vidas, como si ese momento, donde habían conseguido rozarse, nunca hubiera ocurrido.