26 octubre 2008

llegada


el mejor día para llegar a una ciudad
es el domingo por la tarde, sin duda.
cuando las calles están medio vacías
y el inexistente tráfico de colegios y horarios de oficina
no hacen que te recuerde a un día normal de tu propia ciudad.

este domingo de octubre recorríamos el barrio gótico,
en busca de nada especial,
encontrando una pequeña y antigua taberna donde compartimos
la mesa con el pianista, en sus descansos.
recuerdos de cosas que no vivimos en el mismo tiempo,
para acabar perdidas en un rincón de jazz,
mientras el resto de la ciudad tranquila,
descansa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusta que escribas, que cuentes cosas
siempre eso es un buen sintoma

un saludín..